Cuervo y Sobrinos se originó en La Habana, Cuba, pero encontró la manera de competir cara a cara con los relojes asiáticos y suizos. Su primera tienda abrió en la Quinta Avenida de La Habana, Cuba, en 1882. Allí Armando Río y Cuervo, junto con sus sobrinos, creó fabulosos relojes de lujo que combinan la elegancia, la estética y la proporción. Debemos aclarar que estos relojes tenían una maquinaria suiza.

En aquellos días la Habana era muy popular y era visitada regularmente por muchas celebridades y personalidades, por lo que la fama y la fortuna de estos relojes se expandieron rápidamente. Los relojes eran reconocidos por su atención a los detalles y por el uso de materiales nobles como el oro, el cuero, los zafiros, el acero inoxidable y los diamantes.

La revolución cubana de 1959 pone fin a esta fama y lujo. El nuevo gobierno se hizo cargo de la empresa y el taller detuvo su producción de relojes de lujo. Años más tarde, el fundador de la marca, Don Armando del Río, falleció sin herederos. La excelencia de estos relojes parecía estar perdida, pero Lucca Musumesi, un empresario italiano llegó a Cuba para cambiar eso.

Él visitó el taller, y descubrió dibujos, diagramas, bocetos y diseños inconclusos. Decidió entonces comprar la empresa y luego llevó los bocetos a Suiza, donde comisionó a expertos relojeros suizos para la creación y terminación de los hermosos diseños que encontró. Cuervo y Sobrinos fue reabierta por Musumesi Lucca en 1997.

La compañía literalmente volvió a nacer, y los clientes se volvieron locos con los relojes. Su fama se expandió más allá de las fronteras y sus interesantes relojes fueron vendidos internacionalmente. Una de las colecciones más famosas fue la “Esplendidos”. Se trataba de una colección innovadora basada en la arquitectura de La Habana. Estos relojes incluyen cronógrafo y una caja rectangular con una correa de cuero y manecillas de oro.

La colección “Robustos” ofrece un reloj deportivo con un calendario perpetuo, cronógrafo y un tourbillon. Estos relojes son únicos en más de una forma; le aconsejamos que les de una ojeada.